jueves, 19 de mayo de 2011

No os oigo, está demasiado oscuro.

 Esto ya ha pasado. Lo odio. Sí, es lo sencillo, sí, es lo cotidiano. Realmente mal. Todo se paga. Todo se vende. La piel duele en  el lugar de los presuntos cortes, los dientes apretados no dejan escapar el grito  desesperado de mi ser. No me siento.
    La verdad, el bien, la belleza, son los protagonistas muertos de los libros. El pronombre "Yo" se pierde en el contexto de la prosa amarilla de la existencia, una triste y estúpida broma, un juguete automático. Borrachos y felices le pintamos los labios al espejo. "Sex, drugs & rock´n´roll" glosa tu camiseta, cuando en realidad es "Masturbación, cola cao y Camarón". Puro teatro.
    Realizamos experimentos escandalosos sobre nosotros mismos - rutina. Dependencia de la palabra, del dinero y  patéticas limosnas del sistema de valores humano (demasiado humano quizás) a modo de consuelo. Lágrimas y mocos rosas provocados por el sentimiento pasajero de felicidad-atrificial-y-obligatoria-para-todos. Cállate. No puedes renunciar al sillon cómodo en el que se apoya tu trasero mientras lees esto, tampoco al coche, ni al iphone (por cierto, ¿no te acompleja que tu teléfono sea más listo que tú?), no puedes renunciar a todo el sistema de comodidades que te ha proporcionado el azar. El motor eterno ya está en marcha. El alambre de pinchos no puede tapar el sol. La flor crece sólo cuando se han olvidado de ella o no la tocan. La boca seca. Mañana otra vez apagarán la luz. Esto ya ha pasado.

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