Amanece.
Cantan los primeros Windows. Con una copa en la mano no quería saber la
respuesta, sino olvidar la pregunta. No
es que me equivoqué de parada, es que me equivoqué de tren. Dicen que el alcohol
se elimina del organismo por completo en siete días, o sea, nunca, en fin… miro
el vaso y me ahogo en él.
...¿qué hacer cuando corro a esconderme de mí misma debajo de la cama y ver que ya estoy ahi…?.
Ni
sangre, ni alturas, ni profundidades marinas, lo que realmente da miedo es
quedarse uno a solas consigo mismo, tan a solas que descubres que lo que
parecía la perfección resultó ser photoshop, tan a solas que oyes a la criatura
que tienes dentro, preparando un golpe de estado. La paz se
ha perdido, el desequilibrio es más que obvio, el subconciente prepara una manifestación con pancartas y hay desfiles
de neuronas reclamando revolución, un cambio de actitud, de conciencia. Hay
tensión en el cuerpo. Literalmente.
No es
tan fácil cambiar, los cortes nunca cicatrizan bien, sobre todo si no se han
desinfectado antes. Puesto que en el amor y en la guerra todo vale, dejaré el
vaso, iré a por una botella y haré un par de llamadas. Por algo hay que empezar.
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